miércoles, 28 de noviembre de 2007

Balbuceos de un Ignorante

Señores señores, yo Recuerdo! -a la multitud gritó el mendigo- cuando en la plaza principal aún los Lyrios florecían. El aliento del Señor aún recorría las calles, y uno podía degustar sonrisas que sabían a cordura en el porte de un viajero.
Por aquel entonces lo que ustedes llaman ciencia eran meras patrañas frente a su saber de lo real y lo irreal, sin parametro alguno que lo limitase. Y fue su juicio tildado de insano por aquel que escuchaba y simplemente por amor a su ego, lo ''desmentía'' con puras idioteces. Terminaron por colgarlo, justo en esé lugar,- y mientras gritaba señalaba un poco más allá de la nada- y ni aún así sus mentes comprendieron, sus corazones percibieron, ni siquiera sus almas titubearon. Pero lágrimas sí derramaron, y demasiadas al romper el justo balance.-

Y tras terminar con el excentrico discurso, unas niñas que pasaban junto a su madre de la mano se acongojaron, pero más allá de aquel que es ilustre y laborioso estas palabras, estos balbuceos del ignorante, no llegaron. Sus mentes debían obligadamente autoconsumirse en el perpetuo bloqueo de la escencia. Sin embargo alguno seres de luz aplaudieron a un alma terrenal tan evolucionada, y otros sonoros derramaron espasmos cromaticos sobre los campos de Lyranos.